Las Relaciones Amorosas en la adolescencia:
En la adolescencia las relaciones familiares y las relaciones con los amigos sufren transformaciones.Una
de dichas transformaciones se centra en la consolidación de las
relaciones de tipo romántico , en las cuales se introducen nuevos
elementos como la intimidad y la sexualidad y se mantienen otros como el
cuidado , la protección y la responsabilidad .
durante
la adolescencia y la adultez las parejas románticas pueden ser
concebidas como figuras de apego y que dos de los componentes
fundamentales de estas relaciones es precisamente el cuidado y
la protección. Estas relaciones también son importantes en la socialización , la formación de la intimidad y la identidad .
Otra de las características de
los adolescentes es que sus relaciones amorosas son cortas , los
adolescentes suelen ver a las relaciones románticas como un factor de
estatus , sin embargo , al comprender que satisface necesidades
emocionales , y no tanto sexuales , en ocasiones suelen prolongarlas. Un
punto de gran importancia en esta etapa de la vida se pasa de ser un
receptor de cuidado y atención por parte de los padres a poseer el
potencial de brindar este cuidado a otros . Esto nos permite ver cómo,los
adolescentes buscan compañía , aprecio y aceptación , sin embargo ,
puede ocurrir el apego y comienzan a tener fantasías que pueden producir
lapsos de depresión y enojo que frustran la confianza del adolescente y
lo hacen aislarse
La
dependencia en las relaciones románticas produce daños físicos y
emocionales , estas personas creen que amar es poseer u ofrecerle todo,
justificando las conductas de la pareja de manera idealizada y suelen
tener celos irreales ante la ansiedad de perderle El
hecho de involucrase en relaciones románticas provee a los adolescentes
de contextos en los cuales la sexualidad y la intimidad son
abordadas convirtiéndose en un punto central para el desarrollo de la
identidad del adolescente.
En ocasiones, los adolescentes, sobre todo las chicas, establecen
relaciones sentimentales inadecuadas con chicos controladores,
dominantes, que ejercen una violencia no necesariamente física, pero sí
psicológica, que exigen relaciones cerradas, exclusivas, intentando
cortar los lazos con amigas o amigos, incluso con los padres o
familiares, erigiéndose en el objetivo de todo el afecto de que es capaz
la adolescente. Esta situación conduce al sometimiento en todos los
sentidos. Normalmente, la exigencia es progresiva, pero, poco a poco, el
círculo se va cerrando sobre todos los aspectos de la vida cotidiana.
Las peticiones se convierten en prohibiciones: “no te vistas así”, “no
te pintes”, “no salgas con nadie, solo conmigo”, “has mirado a otro”,
etc., estableciéndose una relación de sometimiento asfixiante que puede,
incluso, llegar a forzar relaciones sexuales no deseadas. La
adolescente tiene sentimientos encontrados; por un lado se siente
anulada, un objeto al servicio de la satisfacción y el bienestar de la
pareja, pero, sorprendentemente, vive estas exigencias como una muestra
de amor, interés y cuidado, y precisamente son estos sentimientos
ambivalentes los que la mantienen atada a esta relación, impidiéndole
valorar de forma objetiva el maltrato y la violencia que esto supone.